"El caballero de la Ribera": Un apunte crítico
- apeveeditor
- 7 dic
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CRÍTICA LITERARIA: Por el Dr. José María Aguilar Ortiz.
Médico oftalmólogo, miembro de la Asociación de Médicos Escritores y Artistas, académico correspondiente en la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, la Asociación de Escritores y Artistas Españoles y el Club Mapea.
JOSÉ Mª AGUILAR ORTIZ
Según el profesor Jesús G. Maestro, autor de la Crítica de la razón literaria, son cuatro los materiales fundamentales de la literatura: el autor, la obra, el lector y el intérprete o transductor; y en lo tocante a los dos últimos elementos, debe señalarse que, así como el lector es quien lee una obra literaria para sí mismo, el intérprete o transductor es el que lee para los demás, desde un punto de vista crítico cerrando, podríamos decir, el circuito primario de cualquier obra literaria, proceso que una vez concluido puede repetirse ad infinitum.

En los siguientes párrafos, trataré de desempeñar esta delicada y difícil función, puesto que, tras cada interpretación de una obra literaria y su difusión, lo que se diga posteriormente gravitará de una u otra forma sobre la obra misma.
Empecemos pues por el autor de la novela titulada El caballero de la Ribera. Javier Algarra Bonet (Barcelona, 1961) es uno de los grandes nombres, y mejores voces, de la radiodifusión y de la televisión en España. Ha dirigido los informativos de TVE, Antena 3 TV y Onda Cero Radio. Ha sido, también, corresponsal en Londres de Radio Nacional de España, y ha presentado, con gran éxito, espacios como Dando caña, y El gato al agua en Intereconomía TV, o La Brújula en Onda Cero. Ha escrito, asimismo, numerosos artículos en Diario de Barcelona, Interviú, La Vanguardia, La Razón, ABC, Época y La Gaceta.
Hasta aquí, una síntesis de la actividad de Javier Algarra, su faceta más conocida, como profesional del periodismo y los medios de comunicación.
Javier Algarra posee, no obstante, una trayectoria menos conocida hasta la fecha, aunque probablemente esto cambie a partir de ahora, pues me atrevo a decir, sin temor a equivocarme, que, con El caballero de la Ribera, se ha consagrado como escritor literario o autor de ficción, que es la misma cosa.

Naturalmente, la carrera literaria de Javier viene de atrás. Su primer libro, titulado Prisionero en Cuba (Libros Libres, 2012) es un reportaje sobre el periodista español Sebastián Martín Ferraté, que por hacer en Telecinco un documental denunciando la prostitución infantil en Cuba, viajó a La Habana con engaño, donde fue encarcelado. El libro da cuenta de esta historia.
Posteriormente, publicó junto a Xavier Horcajo, Sindicatos S.A.: Toxo y Méndez, los mandarines del capitalismo obrero (Editorial Sakotia, 2014), un ensayo periodístico que analiza las actividades y la contabilidad de los grandes sindicatos UGT y CC. OO, la historia del sindicalismo en España y los escándalos que lo salpicaron.
También en 2014, escribió el epílogo del libro colectivo Nos duele Cataluña (Galland Books), de Begoña Marín, con prólogo de Albert Boadella.
Su primera incursión en el mundo literario, propiamente dicha, fue en 2021, con su novela corta premiada Quizá por eso nos llaman números, ganadora del Primer Concurso Literario APROGC (Asociación Pro Guardia Civil).
Para quienes conocen un poco a Javier Algarra, saben que es un amante de la historia de España y un defensor de la nación española, al tiempo que un conocedor profundo de la gastronomía y de los vinos españoles, aspectos biográficos que explican algunas características de la obra que analizamos.

El caballero de la Ribera, pese a ser, «solamente», su segunda novela, refleja el talento de un autor experimentado que ha alcanzado la madurez literaria, seguramente de la única manera que puede hacerse, es decir, leyendo, escribiendo y viviendo mucho, aunque haya tardado en demostrarlo. Nunca es tarde si la dicha es buena.
La novela se ha presentado recientemente, con mucho éxito de público en la librería Terán Libros, oficiando como presentador David Felipe Arranz, periodista y filólogo, quien destacó con acierto el mérito esencial de la novela: «porque crear mundos originales, aunque se parta de personajes reales, resulta extraordinariamente difícil.»
El caballero de la Ribera propone al lector una historia fascinante a partir de un hecho histórico real, la batalla de Toro, ocurrido el 1 de marzo de 1476, que enfrentó a los partidarios de Isabel la Católica y a los de Juana la Beltraneja por la sucesión al trono de Castilla, vacante a la muerte del rey Enrique IV. La ficción literaria comienza con una subversión de la realidad histórica, el triunfo en dicha batalla de las tropas de Juana, casada con el rey de Portugal Alfonso V, sobre las de Isabel, casada con Fernando, a la sazón príncipe heredero de la corona de Aragón, lo que da lugar a una alteración radical de la historia de España.
Corresponde, naturalmente, a los lectores descubrir las consecuencias de tal acontecimiento ficticio y transitar por un mundo recreado con mano maestra por el autor.
Deseo destacar dos características de la novela que la hacen sumamente interesante para el lector, que es el tercer elemento fundamental de la cadena literaria, después del autor y de la obra misma: su gran amenidad y su estilo literario, plenamente adaptado al tema y a la estructura de la novela, que lo conducirá, rápidamente, a lo largo de sus páginas hasta su conclusión, aunque le obligue, de vez en cuando, volver atrás para comprobar ciertos detalles de una trama llena de sutilezas y hechos insólitos.
El siguiente aspecto interesante está relacionado con el género de la novela, etiquetada o clasificada como «histórica». Definir el género literario de un libro cualquiera o de una obra literaria, es hoy un imperativo en el mundo editorial, que gusta de clasificar sus productos para ofrecérselos así, ya encasillados, al gusto particular de los lectores, en consonancia con el enfoque comercial y consumista de la literatura actual.

La cuestión de los géneros recuerda, sin embargo, al diagnóstico en psiquiatría, donde, junto al diagnóstico principal suele figurar un apellido o subtítulo, añadiendo a modo de componente uno o más diagnósticos secundarios, pues los trastornos mentales se suman muchas veces. Así: «depresión ansiosa», «anorexia nerviosa y depresión», «esquizofrenia y trastorno bipolar», «esquizofrenia, depresión y trastorno de la personalidad límite», etc.
Esto es exactamente lo que sucede con El caballero de la Ribera, que, aunque se ofrece a los lectores por parte de la editorial como «novela histórica», es muchísimo más, ya que contiene muy variados elementos de historia-ficción, ciencia-ficción, novela de formación, fantasía, novela policiaca, misterio, intriga metafísica o sobrenatural, con unas gotas de romanticismo; un verdadero despliegue de géneros literarios, muy sabiamente interconectados.
El relato, a pesar de contener elementos tan heterogéneos, tiene una sola trama principal evitando innecesarias tramas secundarias, que permite al autor conferir un ritmo vivo al relato, a ratos trepidante, hasta el final, que concluye con un cierre perfecto de la ficción narrativa.

El lector atento, observará, no obstante, que detrás de una trama única, fácil de seguir, se esconde, sin embargo, una compleja estructura narrativa, una construcción verdaderamente sofisticada, realizada con precisión geométrica, que establece un equilibrio perfecto entre las cuatro partes simétricas que pueden distinguirse en la novela, partes que alteran y reconstruyen la realidad histórica, en un juego literario del máximo interés que da mucho en lo que pensar.
Para terminar, deseo subrayar que El caballero de la Ribera, esta sabia y equilibrada obra de ficción en grado superlativo, renueva el género histórico, abriendo para él nuevos horizontes aún por desarrollar.



