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Hablemos de Madrid

  • apeveeditor
  • hace 5 días
  • 2 Min. de lectura

JOSÉ MARÍA GARCÍA CARRASCO


Madrid, la Capital de España, es mucho más que un simple punto en el mapa; es un crisol de culturas, sueños y vivencias. Mi relación con esta ciudad comenzó en mi juventud, cuando, siendo todavía un adolescente, tuve la suerte de encontrarme con sus calles vibrantes y su acogedora esencia. Madrid es un lugar donde nadie se siente forastero, donde cada rincón invita a descubrir y a sentirse parte de algo más grande.


Madrid
Madrid

Desde tiempos remotos, antes de convertirse oficialmente en la capital de España, Madrid ya poseía una identidad propia que resonaba a través de su historia. Aunque los orígenes de la ciudad se remontan a la época de los musulmanes, fue durante el Renacimiento que empezó a brillar con luz propia. La primera gran universidad de la península, la Universidad de Alcalá de Henares, fundada en 1499 por el cardenal Cisneros, fue un faro del saber y la cultura. Esta institución, no muy lejos de la capital, atrajo a los más brillantes intelectuales y contribuyó enormemente a la formación de una identidad cultural que Madrid comenzaría a asumir como propia.

A medida que avanzamos en el tiempo, Madrid se fue consolidando como un centro político y económico en la península. En 1561, Felipe II decidió trasladar la corte a esta ciudad, convirtiéndola así en la capital del reino. Esto supuso un punto de inflexión, ya que Madrid empezó a recibir influencias de todo el imperio español y se enriqueció con ideas y tradiciones de lugares lejanos.


Madrid
Madrid

La ciudad ha sido testigo de numerosos hitos históricos, desde el Siglo de Oro español hasta la Guerra Civil. Cada uno de estos períodos dejó una huella indeleble en su arquitectura, su arte y, sobre todo, en su gente. Las plazas, los palacios y los museos que adornan Madrid cuentan historias de valentía, resistencia y creatividad.

Hoy en día, Madrid es un espejo de lo que ha sido y lo que puede ser. Aunque el tiempo haya pasado, su espíritu acogedor permanece intacto. Es un lugar donde los jóvenes encuentran su camino, donde las risas resuenan en las terrazas y donde cada uno puede ser quien realmente es sin necesidad de demostrar nada. Desde el bullicio de la Gran Vía hasta la calma de El Retiro, la ciudad sigue abierta a nuevas caras y nuevas historias.

Así, al recordar mis años en Madrid, siento que no solo él formó parte de su historia, sino que también esta ha formado parte de mí. Madrid no es solo una ciudad; es un hogar, un refugio, un lugar de encuentro para aquellos que buscan pertenecer. Y aunque el tiempo continúe su marcha, siempre llevaré un pedacito de ella en mi corazón.


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